pero ha llegado el Otoño,
y ya no me asusta.
tiene un aire nuevo,
huele a estación sin sed de mar, dulce,
quizá seas tú.
o yo,
que me he puesto al alcance de tus dones, y de tus promesas,
a sabiendas de que lo prometido es deuda
y las deudas, arenas movedizas
siempre en tu colchón.
nunca he sabido cumplir muy bien mis promesas,
o será que he prometido sin ser, ni sentir,
pero no te fíes, por si acaso nos perdemos en la evidencia.
si salimos a flote, me rendiré ante la contradicción en sí misma
de vivir
al borde
del precipicio
y ser feliz.
me desataré de este bucle de huidas,
pero no te lo voy a prometer.
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