martes, 4 de junio de 2013

Pienso demasiado.
Pienso que a veces eres imprescindible y otras te sacaría
de mi mundo durante días enteros 
en los que me gustaría m a t a r t e, literalmente; a besos, después. 
Pienso que me odias, sí, sinceramente, creo
que me odias y no sabes la manera de hacérmelo ver, 
de hacérmelo pagar. 
Pues que sepas que la deuda se saldó el día que
decidiste que querías que entrara en tu vida
de nuevo, con condiciones y consecuencias. 
Contrato que tú y yo firmamos con las manos
y deshicimos con las sábanas.
Ese mismo que ambos revocamos buscando refugio,
y que siempre encontramos con el fuego apagado.

Yo quería cortar el árbol de raíz pero me obligué a 

talarlo, a quemarme con un fuego que se desbordaba
en mis ojos cada noche.
Es frustrante ver como ahora crece tan despacio
si además no te importa que las hojas caigan, no te
importa cortar las ramas, solo te importa lo alto que
pueda llegar a crecer.
Tienes que fijarte que la grandeza no se encuentra
a 50m de altura, si no en las flores de tu mano.